viernes, 18 de junio de 2010

Tipología animal

Sumergido otra vez en el estudio de los simbolismos, recupero de alguna forma otra faceta contradictoria de la vida. Símbolos hay muchos, es más, no pocas veces me entretengo descifrando la geometría que gobierna la ciudad y su retórica del cuerpo. Pero cuando se trata de figuras animales y su relación con la humanidad animal, la verdad es que me quedo un poco corto.

Es verdad que de manera muy concreta se puede ver hoy el esfuerzo por recuperar la piel originaria cuando en pleno invierno las mujeres se cuadran sus abrigos estampados o cuando el erotismo adquiere una pátina chula al travestirse de leopardo o cebra. Claro, a mí la vergüenza o el recato me impide insinuar que debajo de mi ropa interior esté agazapado un tigre. Me inclino a pensar que quien recubre su genitalia con semejantes rayas algo está intentando compensar.

Lo que es yo, asumo que la representación del animal originario debiera estamparse por dentro. De manera filosa he evadido durante mucho tiempo el mero impulso inconciente, el instinto que siempre me está insinuando placeres sin consecuencia, satisfacción inmediata y esa cosa medio masculina de repartir la semilla sin pensar dónde. Mas si así de simple fuera, si solo siguiera a mi conciencia, yo tendría que disfrazarme de abejita para cumplir. ¿Pero que pasa con aquellas representaciones de la fuerza, del peligro y la vulnerabilidad que son percibidas por el inconciente?

Cuando estoy a punto de atravesar otra noche oscura, cuando la carne se vuelve de piedra para sumergirse en la selva negra, cuando los sentidos están alertas para oler el más mínimo latido del corazón de la presa, cuál animal debiera elegir para investirme. Por que mi afán domesticador suele dejarlos en el jardín de la casa, aun cuando dentro de ella la pornografía me consuma.

Puede ser la falta de educación en los arquetipos, para comprender el lado amable y numinoso que tiene su presencia. La mala idea de representar el espíritu creador cristiano con una paloma inofensiva, lista para ser servida, ave de corral malsano. Mala práctica occidental de dejar afuera la sabana donde se formó la conciencia humana.




Me rehuso a mirar el simbolismo animal simplemente como una ensoñación. Porque ahora mismo no siento nada y toda a existencia orgánica se desvanece detrás de mis pretensiones de simetría. Mi seguridad de equilibrio bípedo, y la esperanza en las drogas para volver sintético el pelaje interno. Sangre caliente arrebatada que quiero recuperar, articulaciones de mamífero que me hacen agua la boca.

Sumergido otra vez en los símbolos, pareciera que debiera dejar de lado un rato las letras para recuperar su sonido esencial.

No hay comentarios.: