lunes, 25 de agosto de 2008

Las fábulas

Cuando hay episodios de nostalgia, de echar de menos, se descubre que hay tantos mecanismos para re-conocer el mundo y sus melodías, como estructuras de la tristeza pueden existir. Son el negativo de la arquitectura de la alegría, es la pasión inversa.

Proyecciones en blanco y negro del subconciente, y las mismas fábulas de encuentros y desencuentros, explican la vida y sus retorcidas vueltas que no son sino maneras floreadas de experimentar un mismo relato. El vacío de la partida aparente, la insalvable distancia entre dos individuos que con gravedades propias intentan girar entre ellos. Un plan desquiciado, animales personificados y con intenciones que parecen humanizarse en su despliegue mundano.

Respirando al revés se transforma el llanto en risa y viceversa. La silueta de tu historia se trasforma en una costa desconocida que se recorta contra mi fondo blanco, mi escenario ausente de figuras por temor a mancharse. Y es que si se prende la luz de la razón a lo mejor no te veo. Y si se instala la oscuridad no es que tú ganes, porque tu idea siempre ha sido luchar cuerpo con cuerpo, apuntalar la alegría con recorridos de tu lengua, con controsiones heroicas.

Y yo que me empeño en conocer las fauces de todos los lobos. Yo que figuro perdido en el bosque a merced de una misión psicópata, con un canasto carmelo que te gustó por dulce.

Yo que me creía Bella Durmiente, aturdido por pincharme siempre con la aguja incorrecta. Yo que me creía Patito Feo, con la inconciencia de cisne valdiviano aleteando entre el veneno de la impaciencia. Yo que me creía la tortuga con orejas de liebre, siempre corriendo para ganar quien sabe qué. Una pausa en la fantasía y te reencuentro: con tus intensidades de príncipe perdido,con tus trenzas sueltas de Rapunsel.

El juego es correr por el mundo para encontrarnos en nuevos rincones todo el tiempo. Energía tenemos de sobra. Fisuras también. Amuletos y ungüentos para las heridas, espíritu del bosque, magnitudes del desierto, pajaritos en la cabeza y mariposas en la guata.

Te seguiré donde vayas. Como en toda fábula nuestra historia es un recorrido, una lección intrasferible pero universal a la vez. Yo cumplo mi promesa de registrar esto con las letras que caben en cada sílaba de todos tus nombres, de todos tus personajes. Mi negro, escucho tu voz todas las noches antes de dormir.