domingo, 25 de octubre de 2009

Música desde afuera hacia adentro (Inside and out)

Bendita Internet y su capacidad de expandir los placeres. Algo tan inmaterial como la luz viajando por una fibra óptica, se enreda en mis tejidos para convertirse en un nuevo recuerdo dentro de mis oidos y las infinitas asociaciones que la melodía desprende.

De ahí se entiende que la música pueda tener perfume. Una segunda pasada a las canciones y se puede descubrir las claves de la elegancia atemporal de determinadas composiciones. Este vez descubrí a Feist, una canadiense que desde hoy se convierte en la mejor amiga de mis audífonos.



Como si se tratase de una fotografía revisada, escucho una canción de los Bee-Gees convertida en mujer, trayendo de vuelta ese pasado que tanto me gusta. ¿Y si me mudo a Europa alguna vez, me ayudará a volver a sentir la confianza que me da el recorrido del sol en la primavera de Santiago? ¿O será más alucinante encontrarme con ella en una calle?

Esta canción renueva una temporada de elegías que intentan ser menos melancólicas que años atrás. Si me siento como mi papá escuchando estas canciones. Seguro él las escuchó en su radio a pilas intentando pololear con mi mamá. Ahora voy a hacer lo mismo con el Negro.

Otra mina folk para sumar a mi colección. De seguro consigo ampliar las definiciones del enamoramiento tarareando estos compases.

martes, 20 de octubre de 2009

Ortográfica correción

Algo bien terrible me pasó cuando vi esta foto. Paseando en páginas de activismo homosexual, invitado por un par de amigos que me mandaron a pensar, me encontré con esta imagen de los desfiles del mes pasado. Para los que están afuera les cuento que el día 26 de septiembre Chile celebró su marcha del Orgullo Gay. Como siempre la carroza de los travestis adornó los noticieros locales. Una que otra reseña salió a la vista en los diarios, pero lo único que cambia son la cantidad de concurrentes, directamente proporcionales a la temperatura de ese día y la cantidad de piel que se puede mostrar recién terminado el invierno nacional.

Por eso me pareció completamente estoica esta marcha de Chillán. Ese día hizo un frío de putamadre pero las niñas sacaron las pechugas al aire para caminar en una ciudad completamente provinciana y con claves culturales para nada metropolitanas. Quizás Chillán es mucho más auténtica para mostrar lo que es Chile al final.

Aun así las influencias de la capital prevalecen. Las locas huasas no podían ser menos. Y con la vanidad y delicada patudez de sus vestidos de Carmela, se soltaron las trenzas para enarbolar los valores de la tolerancia babilónica del Norte. Si se fijan bien, en su hermosura de silicona se les coló una garrafal falta de ortografía en la bandera que enbezaba el desfile.



Porque aunque las que van adelante se llamen Grace Jones Aguirre o Cassandra Star o cualquier apelativo de cartel hollywoodense, niguna supo como escribir correctamente Paz en inglés. Quizás si lo hacían bien sonaba mucho a Pis, esa orina traicionera que en cada pasada al baño las obliga a reconocerse las presas.

Pero la verdad, la verdad, hay algo que me conmueve en este desfile. Creo que se necesita un coraje de portaaviones si se trata de salir a pasear la completa desnudez a la calle. Esa que es completamente imperfecta ante los ojos de los transeúntes. Esa que no solo las llueve a epítetos y piropos de dudosa procedencia, sino que también las juzga en su pobreza de aperos intelectuales.

No queda más que pasearse en la calle si no se ha tenido escuela decente que enseñe a escribir correctamente el inglés que asegura "love and peace" aun cuando el corazón lo anhele más que nada. En su desprecio biblíco, en su marginación sombría aparece de todas formas un suelo de mundo mejor y una alegría alimenticia y desenfadada que a todos nos deja con ganas de modelarla y amenazados en su mareo de colores y plumas. Una versión moderna y globalizada de la señora con el canasto con gallinas.

Me pregunto entonces si vale la pena tratar de estar a tono con la cultura digital y su diversidad de posteo bloguero. Si acaso no vale la pena detenerse en esa imperfección ridícula ante los ojos de la universidad, pero completamente humana en su empeño de hacer algo. Quien no querría ser reconocido aun cuando escribe mal. me pasa a mi cada vez que termino una columna. Pero al menos paso por letrado.

Quisiera por una vez ser más huaso bruto o chilena chinchosa como para vivir la vida en esa primavera eterna que estas compañeras querían instalar en Chillán. De alguna forma es como recuperar un paraíso perdido. Uno que al cual la ortografía sigue y no al revés.