domingo, 1 de julio de 2012

La pelea homosexual

Lo que sigue es a propósito de la absurda pelea entre organizaciones homosexuales que la prensa describió la semana pasada, luego de la Marcha por la Alameda. No me voy a referir al objeto en disputa, porque estoy muy lejos para comentarlo, pero sí al discurso que moviliza la noticia en cuestión. 

Básicamente lo que se intenta mostrar es una disputa por la hegemonía de la representación homosexual. La prensa aquí se centra en el dramatismo de la pelea y la sazona con un componente de clases sociales, imaginería típica del melodrama latinoamericano. Pero esta pelotera es muy distinta respecto de otras rencillas políticas o sociales propias del país. Porque una cosa es cierta, es mucho más fácil imaginar esta disputa como una bolsa de gatos colizas. Lo difícil es observarla como un indicador de los cambios sociales y culturales que operan en el país. 

Me explico. Hay dos puntos que deberían ser considerados: por una parte, el proceso de emancipación de la sexualidad y por otro, la  histórica sofisticación de los modales propia de la civilización occidental. En el primero de los casos, nos referimos a la pérdida de hegemonía de las instituciones en materia de regulación de la sexualidad. Como dice Michel Bozon, hoy en día ya no son las instituciones como la Iglesia o la República las que regulan la sexualidad en función de un proyecto colectivo, sino que es el individuo quien internaliza las reglas y la consecuente exigencia por cumplirlas. El “yo decido” es cada vez más importante en la identidad sexual individual. Por eso se entiende que las organizaciones homosexuales, tal como dice Massimo Prearo, hayan cambiado su discurso pasando desde el “no me golpees por ser gay” al “no me digas con quien no me puedo acostar” que domina las marchas actuales. 

En el segundo de los casos, nos referimos a los cambios en las maneras de comportarse y mostrar públicamente las pulsiones del cuerpo. Es lo que señala Norbert Elias al explicar por qué el control de sí mismo es cada vez más importante y cómo en determinados espacios sociales, sobre todos los más públicos y politizados, desaparecen las expresiones de afecto desordenado, de hambre o de emoción. Y aunque el sexo esté presente en todos lados, en la práctica, es más sofisticado quien tiene una distancia razonable con el mismo, sabiendo practicarlo cuando es preciso y donde es preciso. 

Si consideramos ambos factores, la emancipación de la sexualidad y la sofisticación de los modales, es fácil comprender por qué la figura del gay clásico ha perdido terreno y ha ganado forma el paradigma del nuevo homosexual integrado, trabajador y por qué no, consumidor. Porque la identidad homosexual no es algo inmutable, es el reflejo de los procesos sociales en su entorno. Por eso el escenario actual es tan diferente al de veinte años atrás. Hoy la manera más popular para definir la adultez es “déjenme estar con quién yo elijo”. En este sentido, ¿quién no va querer apoyar el amor, sobre todo si este, tal como el sexo, no obedecería a otras razones más que el corazón? Paralelamente, la mejor manera para presentarse ante los demás es a través de una sexualidad lo más sofisticada posible, no solo porque elimina la representación del desorden inherente al prejuicio contra la homosexualidad sino también porque demuestra un dominio de sí que es socialmente valorado. 

Más que por haber cautivado a los políticos o a los ABC1, la mayor convocatoria de la Marcha tendría que explicarse a partir de estos dos ejes, claves por su capacidad de generar deseabilidad. Algo que el antiguo líder parece no haber visto, al sentir como un usurpador al que tuvo la gracia de estar en una mejor situación respecto de lo que está pasando socialmente. Por que la noticia no dedica ni una sola línea a revisar la cronología del movimiento homosexual chileno como para entenderlo. Si la sobriedad de la Marcha de la Igualdad realmente ayuda a la diversidad sexual eso es otro cuento que voy a criticar después. Pero lo que sí puedo decir ahora es que reclamar y aclararle a la opinión pública quién es el legítimo creador de Marcha Gay en Chile es bastante miope, pues esta Manifestación no obedece nunca una iniciativa personal sino que es el indicador de un proceso social mucho más complejo, donde el cambio en el discurso sobre la sexualidad y la manera de mostrarlo es una muestra más de las contradicciones y deseos de la postmodernidad. Pero bueno, poco espero si una organización durante 21 años no ha sido permeada  en su estructura de poder interna.

Al mismo tiempo Iguales tiene que evitar victimizarse al decir que la principal crítica tiene que ver con sus privilegios. Eso sería una operación no solamente derrotista sino tramposa y poco solidaria. Porque la mejor manera de generar los cambios es hacerse siempre cargo de la propia biografía y de la propia posición social , desnudando las asimetrías que -como dice Anthony Giddens- de seguir ocultas perpetúan la iniquidad. Para movilizar realmente el "yo decido" hay que siempre tener todas la información sobre la mesa, porque si no, pasa lo que muestran las reacciones a la noticia: que la pelea homosexual es un asunto de egos personales maltrechos, una pelotudez de marginales faltos de cariño y un salpicadero de cahuines de vieja.

Algo que sin duda no ayuda a entender hacia donde tiene que ir la causa.