viernes, 1 de junio de 2007

Disciplinada genialidad

Acabo de quedar impactadísimo con una noticia extranjera. Y una que ya tenía algunos días de evolución. Para quien haya visto el diario los últimos días, se habrán enterado que en Holanda se iba a emitir un reality show donde una mujer moribunda debía decidir, con ayuda del pueblo holandés, a quién legar sus riñones entre tres pacientes que competían por conmover a la dueña de tan preciado valor.

Medio parlamento y media europa, así como medio planeta protestó contra aquello que consideraban una insultante falta de vergüenza, el uso de algo tan sensible como la muerte para obtener dividendos comerciales, el absurdo empeño de mostrar la más pornográfica intimidad. Claro, al lado de esto el sexo explícito del Gran Hermano era nada en comparación con lo relamente visceral que era este show.

Y bueno, Holanda tiene tradición en la materia. Fue la tierra que dio pie a la "telerealidad" como quisiera castellanizarse. Holanda, un país que se hunde sin remedio en un mar que ella misma creó. Y no solo en lo geográfico, porque su afán por secar pantanos y ganar terreno al mar ha conseguido formar una moral tan práctica, que se han instalado urinarios en los rincones de la ciudad, en plena calle de bares, para no dejar meado Amsterdam. Y obvio que poner la prostitución en vitrina dice relación con lo mismo. Esa mentalidad tan instrumental a nuestros ojos trascendentales de católico reconvertido nos da espanto.

Y de esa forma el horror nos toma de nuevo al ver semejante anuncio de franja televisiva.

Y todo resultó ser broma!!! Al final, al mismísimo final cuando la moribunda iba a decidir a quien donar su riñón, se reveló que era mentira!! que era un montaje!!! Que si bien los enfermos de veras se morían, la donante no era tal. Resultado: no es que medio país haya sido engañado, sino que efectivamente se hizo evidente el morbo delante de la pantalla, la insensibilidad con la vida cotidiana (si el programa no hubiera salido, los enfermos se mueren sin pena ni gloria) el desconocimiento de la muerte real.

Creo que es una genialidad increíble. Y no tanto por la idea que igual no ahorró conmoción alguna. Lo digo por el hecho que el secreto bien guardado, la disciplina del montaje y el énfasis final de los objetivos no pueden dejar a NADIE incólume, sea por vergüenza o por rabia parida. Pero nadie lo olvidará.

Es admirable tal disciplina. Acá con SQP mediante nos habríamos hundido en el comidillo de opinología y de estrellas sin seso que hubiesen querido votar. Porque aunque habrá que ver eso sí si no quedaron dividendos comerciales por esto, no puedo dejar de sentir que este ejercicio de circo global, efectivamente conducido desde el Mar del Norte, tuvo algún efecto en nuestra visión de la realidad.

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