domingo, 13 de agosto de 2006

La loca de turno (Queer Theory II)

Rumbo a los suburbios del poniente de Santiago, camino de la casa de mis padres, iba concentrado otra vez más en el (ab)uso de mi reproductor de mp3. Como el día estaba nublado, me propuse cargar música más alegre, a diferencia de mi acostumbrada intención de combinar adecuadamente la meteorología con el soundtrack emocional.

Siendo así, siguiendo a Basement Jaxx, a Stardust y a Daft Punk, vendría toda una sección de música rosa. Y pienso en ello en la medida que recuerdo aquella ocasión en que conocí la Blondie, letrero obligado camino hacia Maipú. Con la compañía de una amiga fui convencido para debutar en la Noche de Divas, fiesta itinerante que aquel día cayó en ese lugar. Y junto con la inigualable energía concentrada en la pista central (repleta por cierto) aparecen también asociadas las imágenes de los videos proyectados aquellas vez en las pantallas laterales.

Recuerdo especialmente dos, y son las mismas canciones que en este momento están guardadas también en la memoria del aparatito guardado en mi bolsillo. Una de ellas correspondía a la canción que hizo conocida a Sophie Ellis Bextor en Inglaterra: "Music gets the best of me". Tal como siempre ocurre con ella, bajaría por unas gradas vestida de mínimo negro y con un peinado que la hacía lucir muy british. Cantaba completamente recta y con una especie de cinismo parecido al video de "Murder on the dance floor". Esa aparente frialdad frente a la música era bastante esquizoide, puesto que ella parecía mirar de manera muy seria e indisponible a la multitud de locas de todas formas y tamaños que se agrupaban frenéticamente sobre la pista.


La otra canción fue una de Kylie Minogue que me costó un poco más encontrar. Se titula "Spinning Around" y fue el éxito disco que la trajo de regreso a los charts occidentales después de sus chillidos ochenteros. A diferencia de los videos color pastel y enteramente escarmenados que estas minas hacían en su tiempo (y pienso también en Debbie Gibson cantando con jardinera o Tiffany de gira por los malls gringos) esta vez la australiana haría sensuales contorsiones sobre la barra de un club mientras seducía a un guapo bailarín y junto con él, a todos los parroquianos sobre la pista de baile.


La diferencia entre ambas saltaba a la vista, en cuanto el compromiso de la corporalidad de la intérprete con el ritmo tan característico de la música dance. Y he aquí el detalle importante: obviamente la Noche de Divas se transfería del escenario a toda la concurrencia de esa noche. Todo el loquerío, más el típico par de amigas coladas, quería ser una diva junto con la irrealidad del video clip. Esa también ha sido una fantasía requerida por la cultura gay. Me di cuenta de esto mientras la micro atravesaba el borde la Villa Francia. Me imaginé que pasaría con las "loquitas" que salían del closet con toda la agresividad y transparencia que requiere el hacinamiento poblacional. Pienso en la necesidad de hacerse diferente mediante la ropa y el cruzar el límite donde se deja de pedirle permiso al resto de los compatriotas para hacer evidente eso que dentro del circuito se denomina "ser mujer" o ser "una loca fuerte" (por favor pronuncie ambas con gran dramatismo).

En una próxima columna prometo ahondar en las relaciones conceptuales de ambos términos. Lo que si ahora puedo contar era el chiste que generaba un par de loquitas bien colijuntas que bailaban emulando a Kylie una noche en el Bunker. Obvio que el cuiquerío las despreciaba sin remedio, y los que buscamos aburguesarnos, solo nos preocupàbamos de mirar para aprender lo que no se debe hacer. Esa misma actitud era la emulación de la Ellis-Bextor diciendo que "la música tiene lo mejor de mi" con una femeneidad imposible de superar por la fiebre travesti.

La aspiración de quienes somos profesionales dentro de este medio, es dominar el cuerpo y separarlo de todas esas pulsiones que parezcan cosa de perra en celo; como dando a entender que el ejercicio de la sexualidad está tremendamente controlado. Como si haber salido del closet, ir de alternativo por la vida y luego ansiar una existencia normal, fuera pan comido y no generara conflicto alguno. En el dominio del cuerpo bailando contenido hay una importante expresión de ese deseo de asegurar una posición que no permita la broma, que no acreciente el desprecio y que evada lo máximo posible la interrogante sobre la construcción de género.

Ambas cantantes representan modos muy diferentes de ser diva. Dentro de cada homosexual que adquiera algún barniz de cultura gay, también hay una manera de serlo. La pregunta que cabría hacerse es cómo se construye esta aspiración de ser indisponible, dentro de un mundo cotidiano donde difícilmente alcanzamos esas cuotas de poder.

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