domingo, 23 de julio de 2006

Escapadas musicales

Regresé a Santiago en uno de los peores aterrizajes que he tenido en la vida. En poco menos de dos horas descubrí que no tenía transporte hacia el centro, que la comida en mi congelador estaba arruinada, y que era demasiado tarde como para llamar a cualquier amigo para transferir mi descontento. Tan cargado quedé que esto me ha obligado a tomarme este fin de semana como una especie de desintoxicación emocional.

Como ha ocurrido en otras ocasiones similares, la alternativa más eficiente es trasladarme a un mundo paralelo premonido de un par de audífonos. La secuencia musical siempre permite constituir una realidad a antojo. Es como los momentos de cristalina alegría que Selma Jeskova tenía en "Bailarina en la Oscuridad". Era como si quisiera quedar ciego por un instante y olvidar que había estado silenciado trabajando horas extra en el desierto iquiqueño para sumergirme en recuerdos mejores.

Cuando iba en viaje a ese destino, pude escuchar por gentileza del Airbus 319 una canción de Belle & Sebastian titulada "Another sunny day". Tenía un optimismo inigualable, algo que no hubiera esperado de un conjunto indie surgido de la septentrional Escocia. Obviamente, me puse a buscarle a la vuelta, traicionando mi propio espìritu antipiratería. Una canción sin video clip me entrega mayores libertades en cuanto navegar en mi inconciente, plasmado en un sueño despierto donde la guitarra y los coros tipo "Happy Mondays" sugerían un día soleado de primavera donde las cortinas de la casa ondean suavemente mientras de reojo se ve a los niños paseando en bicicleta.

Visión bucólica por cierto. Está contaminada por la suburbia norteamericana que en tantas series familiares hemos visto. Siendo más comprensivo, es obvio que ante el desastre doméstico tal visión era imperiosa compensación. Es similar al tiempo que recién me mudé al departamento, comenzando mi vida independiente. Estaba de moda Maroon 5 y en mi cabeza se repetía la frase "Sunday morning, rain is falling" Ese otoño fue especialmente lluvioso y el agua parecía detenerse sobre las ajadas murallas de mi barrio. A mí me sugería el sofisticado carrete con karaoke del video, donde todo el mundo era especilmente pintoso. Ahora que vivía en el centro ya no tenía que "viajar" dentro de la ciudad para ir a uno de esos bares.

Entiendo por tanto a la radio Zero. En el Airbus la sintonía era similar. Sonaba también Zero 7 y "In the waiting line" con una cadencia propia del down tempo, y mientras la vocalista susurra al micrófono, es inevitable pensar en una noche acompañado a media luz, mientras los faroles de los edificios cercanos titilan en la altura.

Esa imagen de la ciudad es más compuesta, más entendible y más dominable. Hace razonable el vicio del "ser urbano" que a veces quiere volver a la periferia familiar o sentirse parte del mundo desarrollado bebiendo Absolut Citron en compañía de un tipo estupendo. Esta ambivalencia no es contradictoria a la naturaleza de la imaginación y es una buena manera de descansar. También es una manera de reflexionar sobre las imágenes evocadas y cómo ellas reproducen un orden cultural metido en mi cabeza. Cabe preguntarse si estas escapadas intencionales son efectivamente una fantasía o si acaso se convierten en el impulso para situarse en la vida corriente. Estas pausas musicales a veces no son tales.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Está más que claro que la música si es capaz de trasmiir sentimientos, y que estos nos hacen vibrar y llenar nuestro pecho, dejando volar la imaginación (la cual, de pronto se "chacrea" con los video-clip)
Ya me imagino el intento de evocar sensaciones que no pueden ocurrir en la realidad... si así fuese (que se cumpleiran) no habría mucho motivo por el cual despertar un nuevo día, no?
Jejeje...en fin... lo ocurrido el Viernes fue desastroso... lo importante es sacar algo en limpio de ello (Y no me refiero precisamente ni al refri ni a la alfombra)
Grax por la visita, TQM y nos veremos pronto pos hermanito!

Boris G. Isla Molina dijo...

Este es aquel fin de semana...en que me recibiste en tu departamento para redescrubir que Santiago es también un anhelado rincón de contadicciones.

Espero que ese domingo no haya constituido otro evento desastrozo que se agrege al listado de calamidades que te condujo las ideas al tropel del que hablas, pero en caso de que sí...esos son los sacrificios que demanda la amistad.

Debo decirte Pablo que tu correo es para mi algo difícil de comprender, principalmente porque está construido con un lenguaje lejano, el de la experiencia urbana, pero más que vivida, proyectada. Me explico...no dudo de lo genuino de tu experiencia, pero sin duda nuestras experiencias "están hecha de la materia de nuestros anhelos y fantasías" este es el tipo de reflexión de un hombre muy poco común, porque un ciudadano de a pie va y grita al mundo sus pesares sin darle espacio a una decantación diáfana de su experiencia, como la que tu haces.

Esto de deternerse a contemplar la vida desde la distancia de un viaje hacia el origen (la familia) para luego restituir a la experiencia el soplo de vitalidad es admirable de ti, y lo más probable, herencia Ignaciana...

Como dije, el problema es que no entiendo las claves de la sensación. La mayoría de los poetas tienen este dilema al contrario, no conocen las claves de la divulgación, pero ninguno abraza por eso el silencio, por el contrario casi todos gritan su indiferencia ante el mundo.

Ahora releo lo que te escribo y ya casi me puedo diagnosticar: Psicopatología del pensamiento, específicamente del contenido; pensamiento ideofugal, con un poco de jergafasia...tal vez eso cumpla la misión de ocultarme mientras me sincero... ahí pues para tus dudas

Boris G. Isla Molina dijo...

Fe de erratas o Fe de ratas

En la línea 11 del post dice: correo y debiera decir: ingreso