lunes, 24 de septiembre de 2007

Identidad Nacional

Transcurridas las Fiestas Patrias, se cierra un ciclo de nuevas preguntas y conversaciones sobre la chilenidad. Los programas de televisión lo dijeron, las radios lo comentaron, los periódicos publicaron las entrevistas requeridas.

Que si ser chileno es mear en el Parque O'Higgins puede ser una cosa. Si la ritualidad religiosa se ha ido reemplazando por la celebración del consumo, esa es otra. Que si la pobreza y el aislamiento geográfico son la madre y el padre de nuestro carácter, me parece discutible por lo sencillo de la explicación.

Hay de todas formas algunas sofisticaciones: porque la nueva pobreza dice relación más bien con la falta de reflexión del nuevo rico, que por una parte nos ilusiona con la apariencia bien cuidada y la promesa del éxito al menor esfuerzo, y por otro, nos hace mirar de lado cuestiones bien concretas de nuestra comunidad. Porque tenemos internet gratis en el valle del Choapa pero en San Juan de la Costa todos los colegios se llueven (y eso es casi todos los días)

¿Qué pasa con estas aparentes contradicciones? Si la Fiesta Patria es nuestro cumpleaños y si el país es un ser viviente bajo el designio astrológico, parece ser que la primavera nos juega una mala pasada, tan veleidosa, tan revuelta y tan esperanzadora al mismo tiempo.

Y septiembre se piensa como el mes que nos recuerda quién somos. El Dieciocho moderniza sus tradiciones (un día yo comí un asado en parrilla de gas porque no había otra) así como el Once se puebla de armas hasta con miras telescópicas. En menos de una semana vemos lo peor y lo mejor de lo nuestro. ¿Y qué queda después? u país empeñado en experimentar al máximo posible su mentada modernidad.

Se nos olvidan algunas innovaciones que hemos hecho. Pero tampoco se trata de pensar que seremos felices mientras vistamos de huaso todos los días. Que yo sea chileno, escriba en un blog y viaje en avión comprando pasajes por internet, no creo que sea un castigo. Si así fuera, buena parte de la música que escucho, y la biografía que acompaña sería distinta.

Esforzado en no ser el meón del Parque O´Higgins (podrán decir que de puro inseguro)sigo escuhando en mi cabeza los pulsos del mundo futuro. Y aunque sean un poco desnaturalizados mis valores estéticos, no puede dejar de gustarme este experimento. Y al final, como en esta pequeña película queremos ser distintos pero se nos escapa el origen igual.

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