martes, 20 de marzo de 2007

Feliz cumpleaños

Desde que guardé silencio varias certezas han cambiado. Hoy estás de cumpleaños y no creo que llegues a leer estas líneas. Porque hubo muchas cosas que creí de tí, y esta fue una de aquellas.

¿Seré acaso egoísta si me comporto de esta forma, si publico lo que nunca te dije, si no preparo algún momento para emborracharnos juntos y de esta forma prometernos incondicionalidad? Porque ya tuve una vez esa experiencia, no contigo, pero hubiese querido que así fuera. Y es que no sabía que las velas de este marzo se apagarían solas como anunciando el otoño que nos entumece otra vez.

Y me inquieta desear un último baile, a pesar que quisiste bailar con alguien más.

Hablando de necesidades de nuevo... quizás tú necesitas mis anteojos. Podría habértelos regalado. De esa forma evitaría tener que explicarte como mirar dentro de los engranajes del mundo y también en los de mi cabeza. Los mismos que revientan a cada segundo las palabras que nunca dije tras tu partida, y que desvanecen mis pasos detrás de los tuyos.

Porque incluso en aquellos lugares de fábula no nos encontramos. Y acá, a este lado, cambiamos abrazos que no significaban nada y apretones de mano rigurosamente comedidos. Ninguno de ellos fue para despedirnos. Me prestaste ropa para alumbrar la noche y leíste mis mensajes para oscurecer tu espejo. Siendo así, difícilmente nos veríamos.

Tú y yo vivimos de apariencias. Pero al menos estoy tranquilo. Ahora sé que aparento aparentar, que he aprendido hasta donde deben llegar los cuentos. Por eso mismo, a pesar que me angustia no poder cantar tus parabienes, deseo que la vida vuelva a reunirnos cuando quieras contraer una borrachera compartida y cuando de verdad quieras estar conmigo sin mediar circunstancia.

Yo siempre lo quise. Eso es algo que hubiera querido regalarte siempre, amigo.

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