viernes, 6 de octubre de 2006

Fábrica estudiantil

Condenado por mi insistencia, Dios me escuchó mal. De tanto pedir ir a una visita con gente ultra fashion, en la tremenda confusión terminé donde los ultra facho. Sin quererlo ni nada. Es cierto que la proporción de gente estupenda ha sido muy superior a todo lo que he visto en otros lugares, y que de paso pareció que estuviese en California por unos días, pero esto no compensa el fracaso de mi solicitud.

Aunque viendo el lado positivo, después del shock inicial, pude percatarme de varias cosas interesantes. Y repito lo de la anafilaxis, porque conociendo tanto el sistema de educación superior como también la enorme diferencia de clases que hay en mi país; todavía me sorprende cuanto desconocimiento puede haber acerca de la existencia de otras concepciones mentales y sociales que subyacen a la educación. Y no estamos hablando de estereotipos del cuico y el flaite, sino de cualquier mortal que ni siquiera alcanza a definirse como tal en la medida que todo a su alrededor garantiza una comodidad indeclinable.

Pretender anular los privilegios que cada uno de nosotros tiene en la vida, en favor de una comunidad llana sería como eliminar la mitad de nuestra humanidad. No obstante, el goce real del bienestar se experimenta en la medida que se distingue del malestar. En esta institución que visité, absolutamente nada andaba mal: los computadores funcionaban perfecto, las decanos eran todas regias, los profesores eran todos galancetes bien vestidos, los estacionamientos escaseaban pero ya se asfaltaba la cancha vecina para solucionarlo, etc. Y aunque no lo ví, también todo el mundo era solidario puesto que con su emprendimiento, unido a la conciencia social cultivada con el safari a la barriada, creaban una responsabilidad pública que ubicaría a sus egresados entre los futuros líderes (y en la esperanza de las autoridades, futuros gobernantes) de la nación.

La maquinaria empresarial marcaba como reloj suizo todos los procesos académicos, dándole una eficiencia difícil de encontrar en un país cuequero como Chile. Tan así era, que ninguna energía se desperdiciaba, lo que me llevaba a preguntarme muchas veces cual era la ganancia que se trataba de buscar.

Como dijera Weber en La Ética Protestante, tanta riqueza generada por el metodismo exigía ser gastada. Nada se puede acumular para siempre y ya nos dice la física que si uno acumula masa infinitamente, esta tenderá a convertirse en energía. En el caso de esta Universidad, el objetivo era que entre muchos, unos pocos salieran a mantener viva las ideas de sus fundadores (dos candidatos presidenciales incluídos) Y claramente se podía lograr. Era tanto el bienestar atmosférico que los mensajes subliminales pasaban colados sin remedio.

Cuando los israelitas mandaron a freir monos a Yavé en el desierto era porque estaban cagados de hambre y sed. Y antes lo hicieron porque estaban esclavos en Egipto, sacándolo de la naturaleza para inmaterializarlo y con eso hacerlo mucho más aprehensible por el espíritu y las ideas. Y hago esta asociación pensando que aquello que originalmente me dio un poco de rabia y miedo (me refiero a la fábrica de fachos) de alguna manera también fue una experiencia vivida en mi juventud.

Siendo ignaciano es fácil creer que se está libre de estas instituciones totales, pero al final los devotos jesuitas también hacen lo mismo educando élites sea en el lugar que sea, que reconocen su bienestar ya sea por compartir con obreros, por saberse mejor educados que el resto de la pobla o por poder gozar y santificar la profesión de manera vocacional. Y al final no tienen la culpa de querer hacerlo. Para hacerse parte del mundo hay que aprender a hacer las distinciones cognitivas y también espirituales requeridas. De otro modo no se puede ser observador de la realidad y un interventor de la misma con espíritu ascético.

Porque es seguro que del otro lado, si alguien viniera al Colegio donde estudié, no tendría ningún problema en decir que es una fábrica de comunistas. Y más de una vez lo he escuchado. Pero tanto unos como otros hacen lo que nuestra humanidad indica.

No hay comentarios.: