martes, 20 de abril de 2010

Melancolía mecánica

Hay veces que un solo sonido puede condensar multiplicidad de otros ruidos. Tal cual como determinadas sensaciones recorren la piel evocando la totalidad de un cuerpo ajeno, de un objeto lejano, de una representación que está fuera de la propia solitud. Así lo quisiera la fenomenología, no hay manera de describir simplemente cómo estos estímulos penetran la conciencia y encuentran donde alojarse, donde recibir un significado aparejado de otras cosas que ya existían.

Un solo sonido y puede aparecer ante mi todo el final de la adolescencia y el inicio de los padeceres que traía el despertar ante una sexualidad que lo era todo, menos adecuada. Otra cancíón reservada de mi repertorio y otra vez la seducción de la electrónica que me afinaba el oido buscando otro circuito en su lógica sonora. Me prometía de nuevo que siempre reservaría un sonido oculto donde se condensan otras emociones sin palabras.

No hay caso, estoy condicionado, la música alimenta mi memoria. Quizás me pongo melancólico de tanto observar el avance las nubes sobre la ciudad habiendo cumplido yo un nuevo otoño. Quizás siento nostalgia de la fragilidad con que enfrentaba el comienzo de la nueva vida, ahora que me comporto como robot y me programo para .

Mecánica melancolía: tantas veces he cambiado y todavía sigo buscando un lugar mullido donde llegar, una estación donde bajar del tren, una morada por recuperar. Nostalgia de tiempos pasados, de canciones almacenadas. Ahora que parece que se aproxima la lluvia de nuevo, que hay otras cosas fuera de mi que sienten igual que yo, volteo mi camino un rato para escuchar lo que ya escuché.

De una forma misteriosa vuelvo a escucharme yo mismo.


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