lunes, 18 de septiembre de 2006

Homenaje patrio

Ocurrido el 18 de septiembre, y a cuatro años del Bicentenario; no me queda más que recordar que como toda fiesta, al final la fecha constituye el recuerdo de todo lo que se simboliza en estos eventos. Porque sepan los lectores que aunque somos independientes realmente a contar del 12 de febrero de 1818 (lo que nos daría 8 años más para hacer el Puente de Chacao o el Portal de Cerrillos, casa presidencial incluída) fue el general Ramón Freire quien picado con O'Higgins no quiso reconocer su firma emancipadora, por lo que rindió honores a Mateo de Toro y Zambrano.


No obstante aquello, correr la fecha sería una estupidez insensible a estas alturas. Primero, porque ubicaría las Fiestas Patrias en pleno verano, lo cual nos quitaría tres o cuatro días de descanso a mitad de año, lo cual es siempre salvador. Segundo, porque con el calor de febrero no habría chicha que no se avinagre ni asado que no fuese saboteado por las mujeres en bikini. La Grandiosa Bertita estaría obligada a vender ensalada chilena sin cebolla y anticuchos de tofu hipocalóricos. Tercero, si ya la cueca estuvo en peligro de extinción; el riesgo de cambiarla por canciones desechables del verano se cuadruplicaría. O sea, el axé pudiera haber formado parte del alma nacional. Cuarto, no habría viento para los volantines proletas, porque no a todos les alcanza la plata para irse a la playa, y para quienes conocemos el campo de la zona central, una de las cosas más terribles es el aire inconmovible del estiaje. Con 33° a la sombra no hay ñecla que aguante.

Por otra parte, es una cosa notable el hecho que el 18 de septiembre tenga un remedo chaquetero en su constitución. Se supone que los chilenos somos un poco así. También entiendo porqué las compatriotas colas hayan definido septiembre como el Mes del Orgullo, pues sospecho que todavía existe esa idea que tal despliegue del veleidoso Freire es patromonio exclusivo de este estamento (perspectiva un tanto inconsistente e inconveniente)

No obstante, lo más preciado de esta fecha es el hecho que esté tan cerca de la primavera. Porque de alguna forma siempre se agradecerá que finalizado el letargo invernal exista este espacio para el consumo y derroche festivo; sin tanta fruta y verdura disponible ni vino disponible fuera de la barrica, lo cual nos obliga a comer carne y cebolla dentro de una masa, quemar la parrilla nuevamente y beber chicha a medio camino de su sofisticación.

El aire limpio de los últimos vientos polares siempre saca el mejor brillo de la cordillera, la cual retiene también las primeras brisas subtropicales que empujan los volantines y también el humo de los infinitos asados del litoral y el valle central. También permiten que la bandera ondee como nunca podria hacerlo en otra época. Es este movimiento el que permite que, no obstante la rutina campante del año laboral, podamos inspirar una pausa necesaria donde televisión o viaje mediante, podemos re-conocernos un poco mejor.

Este país celebra otro septiembre tan importante para su identidad. Nosotros por nuestra parte, también hacemos lo posible por comer y brindar acompañados, peleando sobre si las mejores opciones son la Fonda Guachaca o el Parque Araucano, o si estas destiñen al lado de la Brit fonda o las fiestas kitsch. Sea cual fuera el resultado, siempre Fiestas Patrias serán algo entretenido y un buen camino hacia el fin de año.

Los próximos ritos, están cada vez más cerca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy cierto!!! me has inspirado a dar un:
Viva Chile!!!