miércoles, 8 de agosto de 2007

Aromos florecidos


Justo hoy que amenaza caer la nieve, pude reparar en el aromo que floreció a una cuadra de mi casa. Cada invierno, hacia principios de agosto, este árbol se cubre de amarillo y hace que la gente celebre anticipadamente la primavera que deja entrever. Si, agosto es un mes rudo, más aún en este invierno que de blando no ha tenido nada.

Los reportes dicen que ha sido el más frío en los últimos 60 años. A mí eso no me importa porque tengo 28, y así la cosa, es definitivamente el invierno más frío de mi vida. Consecuentemente, ha sido esta estación cuando más solitud he experimentado, cambiado a un trabajo donde todavía no hay equipos, cortando otro poco el cordon umbilical, abandonando la vida del católico reconvertido. Paradojalmente, experimento el mayor calor de mi propia compañía en muchos años.

Si no fuera así ¿cómo hubiera sobrevivido a estos días gélidos? Hubiera tenido que recurrir a los recuerdos de inviernos pasados, memorizarlos otra vez, actuar de nuevo los mismos encuentros: donde había otra gente, otras presencias con quienes sentía abrigo. Pero esas imágenes están frías y así deben estarlo, si no quiero que se evaporen. Mas, aferrarse a ese lugar es ahora un ejercicio diferente. De no hacerlo, de no querer crecer (así como tú niño rico) sería como mirar el aromo y sentir la nostalgia por el invierno que se ha perdido.

Cuando era un adolescente, me gustaban las melodías invernales, aun cuando en mi país eso no es sinónimo de la abundancia navideña. Pero era el tiempo de recogerse, de justificar la no-aventura en el mundo. Y si florecía el aromo, sabía que quedaba poco tiempo para empezar a desnudarse, otra vez, de manera forzada.

Pero ahora que cae la nieve, en algún rincón me parece interesante abandonarse al frio. Total ya no vivo de recuerdos, sino de calores tempranos. La inocencia, la niñez, aunque helada en la distancia, es ahora también una melodía del alma. Y para quienes no tienen un aromo frente a la ventana, estas mismas canciones pueden usarse como tal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece hermosa esta narración de tus estados de ánimo comenzando a ser un hombre completo que se puede abrigar con sus propias calideces y se permite rincones de frío. Eso es como caerse sobre sí mísmo, asumirse tal cual somos, perdonarse, aceptarse, es el comienzo de poder hacerlo a otros.