martes, 2 de enero de 2007

Año Viejo

Y se terminó el 2006. Y tal como ocurre siempre, hay una fiebre colectiva avivada por la fiesta que, en este caso, contó con la ayuda del termómetro. Así, quejas mediante, vino el conteo regresivo la noche del 31, la ejecución de la cábala y la cabeza llena de champaña por dentro y por fuera.

Y también fui víctima de la canícula, de la champaña y del banquete. Por eso hoy día regresé con el ánimo de hacer como si nada hubiese cambiado, lo cual es siempre verdad el día 2 de enero, evitando así la frustración que no ocurrida revolución debería haber provocado luego del cambio de calendario.

Por eso vi con detención las noticias de la mañana, con todos los reporteros todavía mareados. Y al igual que como a fines del 2006, el 2007 despertó en Meganoticias con ideas sobre lo debocada que está la delincuencia en Santiago. Por una parte, gran parte del resumen del año lo dedicaron a la muerte del viejo Pinochet, obvio, pero por el otro lado, gran parte del matinal se enfocó en el apedreamiento de la casa de un sujeto de 70 años debido a que su yerno se dedicó a difundir en la población la noticia que había abusado sexualmente de una menor.

Lo heavy del asunto era la cantidad de piedras que lanzaron al domicilio del "delincuente" a propósito de una acusación que a todas luces parecía cahuín (qué pendeja de 16 años no puede defenderse de un vejete de 70?). Segundo, como la cámara le dio tribuna a una cantidad no menor de viejas vecinas que amenzaban al sujeto con hacer justicia por las suyas, claramente fuera del tribunal y en plan flaite. Tercero, que fue menor que un estornudo la información acerca que la adolescente en cuestión no había sido tocada siquiera (según consta en el parte del SML)

Claro, con esta noticia al año 2007 la etiqueta de "nuevo" le sobraba. Porque si algo hubiera pedido con las cábalas sería que medios de comunicación como estos no nos hicieran creer que Chile es algo así como el paraíso embarrado (como los venezolanos dicen de Venezuela) y que no siguieran estigmatizando a la población como una incubadora de delincuentes. Y también que los pobladores no se sintieran orgullosos por salir en la tele a costa de decir o hacer estupideces.

Supongo que por eso el 2006 fue el año de Pamela Díaz. Y este año partió con el debut de Fama que es la ilusión de tener tribuna, de ser importante. Porque aunque me guste la fiesta, y en algún instante en medio de los abrazos, inevitablemente uno siente una especie de extrañeza porque repasa lo realizado o se percata de la incertidumbre que gobierna el futuro; hay algo que no cambia: el hecho que el tiempo sigue, que el año nuevo lo celebramos recién solo uno de cada tres terrícolas. Y siendo así, entiendo que los canales no reajusten su programación como lo hacen con los sueldos.

Hubiera preferido una partida menos estigmatizante. La noticia del apedreo es una forma de mantener el orden diluido por la borrachera, ese orden que nos indica que en este país no todos somos iguales ante la ley (de la televisión que a veces es como la vida)

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