martes, 19 de diciembre de 2006

Semana de Navidad

El calendario ha transcurrido de manera vertiginosa. Es impresionante. Estamos a menos de cinco días de la Nochebuena y todavía no he elaborado mi pedido de regalos. Es injusto. Los que yo entregaré los tengo más que comprados (lo cual me valió una valiosa experiencia de conocimiento del retail santiaguino) y en tal distracción no pensé qué cosa yo quería. Así que si en una de esas alguien pesca, de repente puedo recibir lo que quiero:

1. World peace (anoche vi Miss Simpatía y la cosa me quedó dando vueltas)
2. Que el cambio climático no nos deje secos como momias, mientras los gringos siguen quemando petróleo en sus equipos de aire acondicionado.
3. Unos $10.000.000 como para ir a Ucrania y Kasajztán y poder traer importaciones cool y fotos de un veraneo tremendamente exclusivo (Quién se bañaría en el Mar de Aral? o vería un lanzamiento de cohetes en Baikonur? o huiría de los tártaros que sicosearon a Miguel Strogoff? o comería un menú orgánico en Chernobyl?).
4. Otros $5.000.000 adicionales que necesito para pasaje y estadía en Helsinki y alrededores (incluyendo Rovianemi que es la ciudad de Santa Claus, obvio, así me aseguro que los deseos se cumplen).
5. La segunda temporada de Ally Mc.Beal en DVD para poder mirar cuánto ha cambiado mi vida (desde que seguí la serie hasta que la compré)
6. Que el analista sea reembolsable por la Isapre... seguro.
7. Que los arquitectos que diseñan el plan regulador de Santiago Centro reciban un corazón sensible a las artes y el patrimonio.
8. En el mismo sentido, que se preserven las galerías del centro. No solo enriquecen la trama urbana sino que en su interior guardan verdaderas joyas donde el comercio es efectivamente un intercambio entre personas.
9. Que el alcalde de Las Condes deje de incentivar un estilo mediático de hacer política, porque para ignorantes con pantalla ya tenemos hartos candidatos.

Y finalmente, el deseo número 10 tiene que ver con la espera de la fiesta. Más que el sentido religioso de la misma, el disfrute gastronómico, la sorpresa de ver el árbol de la Plaza de Armas auspiciado por Coca Cola, la compra de regalos con mayor o menor apropiación o el despliegue de baratijas en Meiggs, lo cierto es que esta fiesta del fin de año nos da una oportunidad para ser estimulados, pero también para reparar en la naturaleza del estímulo y la necesidad de expresar afectos.

Y me quedo con eso... más adelante pensaré en un mensaje.

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