lunes, 9 de marzo de 2009

La treintena

Quiero agradacer las posibilidades que brinda la vida. No son pocas y se multiplican a medida que los años riegan nuevas esquinas de la existencia.

Anoche recordé porqué me gusta tanto celebrar. No es solo por la legitimidad que brinda el cumpleaños al narciso que todos llevamos dentro (o por fuera, es cosa que le pregunten a mi espejo) Tampoco tiene que ver con el sabor especial de la comida, por el permiso para ser parsimonioso en mis discursos. Ni siquiera se empapa con el licor que año a año se mete en el cuerpo.

Anoche recordé que la vida finalmente tiene vuelcos improbables que su vaivén de avioneta precaria nos distrae a veces de la fuerza misteriosa con que se encamina a destino. Habiendo recibido el regalo de la libertad, he recorrido de la mano de muchos compañeros una senda que se convierte en alegría, al reconocer que siempre tuve alguien que me recordara donde están las cosas esenciales.

En estos últimos años, he vivido en la duda. Quizás no tan metódica, ni tan reflexiva. He vivido en la duda de quien elaboró el mito de su vida a partir de lo improbable, a partir del asma que acortaba los juegos infantiles, de los rollos graciosos que amortiguaban cualquier finta futbolera, de la adolescencia tardía que reconoció con susto el sexo y con la antesala universitaria de quien parecía derrotado por la resignación ante la ley del "harás todo correctamente"

Hoy puedo comprobar que me equivoco de tanto en tanto y quizás por eso ya ni llevo registro. También me visto con ropa distinta, como si me creyera una flor pituca en medio del desierto y me apurara por brillar más ahora que llovió y el cuerpo de quien amo se convierte en una pradera por explorar.

Ahora puedo soplar las velas sin quejido alguno del pecho, porque la dignidad es aquello que se recibe gratuitamente al decir la verdad. Escribo acá y las palabras parecen salir solas. Es que así quiero que sigan las cosas por delante. Tengo miles de preguntas, otras tantas intuiciones y varios cables a tierra que con una buena cerveza funcionan como la internet.

Queridos amigos, es cierto lo que dije. Hoy puedo ser un mejor hombre si me lo propongo y si recuerdo diariamente la gracia de poder sumar mi historia al devenir de un mundo fascinante, llenos de rincones para pensar pero también para recorrer con la lengua. Las cavidades que creí vacías nunca lo estuvieron, son sólo los huecos que puede tener alguien como yo (lo dije y que...)

Como la materia que se ennoblece con su uso, hoy mi vida se llena de alegría si compruebo que empiezan los 30 años y todavía tengo piezas por descubrir. Moléculas más, moléculas menos estaremos juntos en este cometido.

Siempre tendremos otro motivo para celebrar.

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