miércoles, 9 de abril de 2008

Xenoglosia

¿Cómo se hablará fuera del planeta? Porque habiendo recorrido todos los idiomas de norte a sur se agotan los sonidos posibles, porque hay tanto más por decir que todavía no tiene manera de pronunciarse.

Ya decía Norbert Elías que no nos podemos despegar de la naturaleza porque nuestra cultura existe sobre ella; es como si la tradición nominalista de Occidente hubiese olvidado que necesita de la lengua, de la cavidad del paladar para decir cualquier cosa. Y esa motricidad no existe de faltar fósforo que encienda las neuronas.

En eso los hombres nos hemos especializado en inventar palabras y más palabras que nos diferencian. Desde el principio de los tiempos. Porque si no, cómo se explica el desarme de la torre de Babel incluso antes que apedrearan a la desafortunada Sodoma. De no ser por eso, de no haber querido Dios que dejáramos de competir con su ciencia, quizás hoy seríamos otros. Bastaría mirarse y entender, sin necesidad de explicar nada.

De los sonidos que nos colonizaron heredamos la jota que raspa la garganta mozárabe, y de ahí saltando al Inglaterra o Finlandia ese ejercicio no me sirve de nada. Entonces se entiende que para entender a la humanidad hay que despojarse de la propia palabra por un momento, convencido que hay otra esencia que es aprensible por los sentido pero que al buscar analogías nos deja distanciados y haciendo guerra por la razón.

Es por eso que el "don de lenguas" es algo que usó el mismo Dios para revertir el desquite sumerio. Venido el Espíritu no se puede escribir más nada, porque el arquetipo que se pronuncia carece de cálculo racional, carece de palabra con el cual nombrarlo. Es la xenoglosia entonces un don disfrazdo de divino, porque solamente puede ser descrito por la conciencia. Es degustar otro idioma una manera de amar al prójimo, sabiendo que su cabeza funciona de manera irremediablemente diferente.

Es una forma diferente y proactiva de viajar. estar fuera del país permite comprobar que en muchos lugares la geografía no traiciona y se practican los mismos ritos urbanos de noche y de vigilia, de tráfico y de patentes, de música y consumo. Y aunque el sol se ponga de manera diferente siempre habrá alguna mejor manera de llamarlo a que vuelva. A cada momento, alguien en el planeta se va a dormir y recita sus oraciones con otros acentos. Incluso es más, hay veces que dos sujetos en la misma cama no logran acordar cómo desearse las buenas noches.

Queriendo aprender la lengua de cada viviente, me dispongo a viajar por nuevos vocabularios.

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