domingo, 1 de julio de 2007

Refrito electrónico

Una definición muy básica indica que el símbolismo es una operación cognitiva e intuitiva que invoca algo que está más allá del mismo, que asocia un significado al significante que experimentamos, pero que, por su misma analogía, encierra numerosas posibilidades y exige interpretación permanente. Es como el agua que simboliza pureza, llanto, emociones, verano, etc. Esto permite que sea una suerte de "objeto" altamente reinterpretable.

Siendo así, el oído de un avezado melómano pudiera reconocer como la música popular reciente ha incrementado significativamente la velocidad de la reinterpretación de sus símbolos. Es claro, antes de la invención de la partitura la transmisión de melodías en la cultura occidental se practicaba de oído, de atención del aprendiz hacia el maestro. Evidentemente, la gracia era actualizar del mismo modo lo escuchado, asegurando la perpetuidad de la tradición. Luego, con el cuaderno rayado y las llaves de sol, fa u otras, se podía poner por escrito esos sonidos, y cualquiera que supiera leer podía repetir una creación cualquiera.

Evidentemente esto da gran valor al escritor, al creador de una música que se registra y se conserva independiente del tiempo. el intérprete, por su parte, tiene valor por el virtuosismo con el que descifra la partitura. La gracia consiste en tener melodías más difíciles y exigentes, y en Europa fueron famosos los pianistas que inventaban cosas nuevas para entretener a la burguesía. Qué decir luego de la música contemporánea que es una suerte de sobreespecialización de la función lectora. Pero hasta ahí, lo que se ocupan son más que nada signos, pero pocos símbolos propiamente tales.

Es por eso que siempre me ha cabido la pregunta sobre lo que ocurre con la música popular y la existencia del registro digital de las recientes décadas. Es obvio que los Dj actuales ya no necesitan saber leer música. Ya no importa ni el autor ni el intérprete, sino más bien el sonido en sí. Porque lo suyo es tener un par de mp3 y establecer un nuevo código a partir del copy-paste. Bueno, se que no es para nada simple y que el sujeto verdaderamente creativo es capaz de establecer toda una sonoridad nueva a partir de fragmentos y manejo de perillas. Ya lo hizo Bjork sampleando a Matmos que a su vez grababa sonidos de quirófano para sintetizarlos en sus melodías. Ya lo hicieron los dj franceses, con su mal llamado "french touch" reviviendo la onda setentera con un gusto de modernidad.

Me acuerdo que a finales de los 90 me gustó ese típico sonido que parecía el soundtrack de una noche bebiendo cosmopolitan. Por suerte ya no me compro esa asociación, aunque aprecio sin lugar a dudas a Dimitri from Paris. Tiene demasiada onda. Lo suyo fue simbolizar una época de experimentación sicodélica (y luego de onda disco) y que en el presente, siempre temeroso del futuro, suena como una certeza, como algo tranquilo, como algo seguro evocando cierta paz. De ahí a ser elegante hay solo un paso.

Si Puff Daddy en su tiempo fue el mayor copión de todos, el verdadero refrito digital es aquel capaz de crear una textura interesante, una propuesta ya "proponida" y con ello abrir nuevos trazos de creatividad. Claro, ahora con el computador, poco nos demoramos en hacerlo. La clave del estilo es que no parezca así.

Si no que lo diga la actriz que puso la voz de la "very stilish fille" donde la nostalgia definitivamente no parece tal.

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