lunes, 20 de octubre de 2008

Nostalgia noctámbula

Como en los sueños, hay veces que uno experimenta visiones en mitad de la noche. Hay semanas en donde eso ocurre especialmente los sábados. Cesada la carrera laboral, a veces tan estandarizada, se despierta el ansia de brillos y escote del fin de semana.
Noches de fantasía que se prometen en los variados carteles santiaguinos.

Con mis impulsos, de tanto en tanto soy arrastrado hacia la nostalgia de épocas pasadas. Siempre se puede bailar de la mano de la memorabilia y se puede dar un giro adicional a la misma tuerca de siempre. ¿Qué hay en las fiestas ochenteras que resulta tan atractivas para estar?

No es que me falte música. Al igual que muchos tengo toda una extensa lista de mp3 consagrados al recuerdo melancólico y bailable. Pero estos últimos tienen una trampa adicional: pueden conectar con la torpeza púber con mayor facilidad. Para el tiempo que muchas de estas canciones sonaban, yo me quedaba frente a la pantalla soñando con la capacidad de bailar igual.

No sabía que años más tarde las hormonas pondrían a prueba estos deseos. Pero esta noche no necesito sincronías. La nostalgia es intransferible al fin y al cabo. En la extrañeza de la ingenuidad hay un reconocimiento implícito a una adultez maleada, a una presencia esquiva de la agresión que conlleva pararse frente al mundo como un hombre con opciones, que convoca y que disgusta. Atrás quedó el tiempo cuando las cosas desagradables de uno mismo podían quedar en suspenso.

Bailo queriendo aumentar mi sofisticación, pero memorizo la melodía que me recuerdan que hombres y mujeres fuimos un poco más inocentes y que de tanto en tanto buscamos refugiarnos en ese recuerdo. Ahí a la derecha hay alguien guiñándome un ojo e invitándome a recordar viejos deseos.

Podría celebrar la ridiculez de viejas modas, pero para mi hay un símbolo de un tiempo perdido que exige habitar en la memoria. De otro modo no tendría fortuna en el amor. De otro modo no podría dar el paso siguiente. Una noche de baile, otra vez, puede ser un ritual que marca nuevos tiempos para la vida.

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